No disparen a Juana Viale

Por Catalina Dlugi

 

En los últimos días, como pasa frecuentemente con ella, Juana Viale estuvo en el centro de atención mediática. Primero se la relacionó con un ex compañero de elenco de “Malparida”. Se trataba del actor Gastón Grande. Ella mismo utilizó las redes sociales para aclarar que no era su  novio sino un amigo. Claro que en “el durante”  fue tapa de las revistas del corazón.

Antes, en su historia reciente, existieron fotos de ella paseando con Diógenes Vázquez, el hermano de María. Y un poquito más atrás, cuando participaba del bailando, Chano Moreno Charpentier era su hombre. Aunque Juana mostraba los dientes cada vez que en el programa de Marcelo la querían hacer hablar de él. No. No vamos a ir para más atrás. ¿Para qué?  Ya está en la memoria colectiva.

Hace menos, un camarógrafo profesional, que fue a  seguirla hasta el Cosquín Rock la sorprendió.

Aparentemente tiene una relación libre con el organizador del festival, José Palazzo. Pero la cámara la captó a los besos con el líder de Catupecu Machu, Fernando Ruiz Díaz. Cuando le preguntaron dijo que no quería hablar nada más que de su trabajo.

Lo que no pudo evitar es ser el centro de conversación en el público, en el mundo de los anónimos que cuando te ven empiezan con la conversación: viste Juanita Viale…? Con el tonito de moralina de otros tiempos.  Los deditos levantados. El revoleo de ojos… Ya me entienden no?

Y ahí está el quid de la cuestión. Juana Viale es linda hasta decir basta. Tiene una cara que se parece a Elizabeth Taylor en el esplendor de su juventud. Y en un país donde no tenemos nobles, ella es la princesa del clan Mirtha Legrand.  Y otro punto interesante: hace lo que se le da la gana… Lo que resulta por momentos insoportable.

Dicen los que saben, psicólogos se entiende, que es mucho más fácil cargar a un ajeno con culpas que mirarse con sinceridad ante el espejo. Ya lo dice el refrán. Cuantas hijas de, nietas de, amigas de y porque no las autoras del comentario hicieron, en la comodidad del secreto de no ser famoso, más de una situación riesgosa. ¿Somos capaces de reconocerlo?  No. Es tremendamente más cómodo ponerse a juzgar a otros. ¡Habrase visto!  ¿Estamos en la década del  50, antes de los dorados sesenta…?  No queremos ver: el mundo de las relaciones cambio.  Nos guste o no, son así y mejor es acostumbrarse.

Juana Viale sigue su camino. Es libre. Le importa un bledo el qué dirán. Nuestras voces forman un ruido que ella soslaya. NO LE DISPAREN.


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