Un pueblo perdido en el campo, y ya de entrada el director Valentín Javier Diment avisa que nada bucólico sucederá en ese lugar. Es que su historia tiene mucho de truculenta, con el terror, el humor negro, la desmesura salvaje, la mirada retorcida sobre la condición humana que no tiene concesiones. Con un ritmo que atrapa al espectador esa mujer severa y terrible, madre de un adulto subnormal que reparte leña y una bella muchacha prostituta, conocedora de todos los secretos, desbarranca con su muerte toda tolerancia. Y a esa violencia no la para nadie. Sorprende, entretiene y hace pensar. Muy bien Marilú Marini y Luis Ziembrosky.
EL ESLABON PODRIDO
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