Ante el prejuicio de que una película de Batman hecha con personajes de LEGO no puede ser más que una excusa comercial de vacaciones sin demasiado que ofrecer, tenemos que decir que la película es una muy grata sorpresa. Más para aquellos que no vieron la primera película de este estilo. Aquí otra vez la creatividad está puesta justamente en burlarse de sí misma. Pero no sólo por guiños a personajes y escenas emblemáticas del cine, como ya estamos acostumbrados a ver durante las últimas décadas en cualquier comedia, sino por las referencias a la propia película, así como la habilidad para elaborar de manera novedosa los personajes que ya conocemos en miles de versiones. En este caso, la originalidad de que sean muñecos LEGO es un plus más que una limitación para las caracterizaciones caricaturescas que maneja el film. Es decir, no hay una pretensión de conseguir la sofisticación estética y dramática de Tim Burton o Christopher Nolan, pero tampoco la inocencia de la serie de los años ’60 o de un dibujo animado infantil. Es, en cambio, la versión de Batman más adecuada para el mundo de hoy donde no falta la ironía, el absurdo y referencias cinéfilas «retro» kitsch acompañado de una estética simpática. La historia muestra a Batman enfrentando al Guasón en medio de una crisis de su lugar como héroe en Ciudad Gótica y de la relación de rivalidad entre ambos. El enfrentamiento toma grandes dimensiones cuando el Guasón reúne a villanos de diversas películas en contra de su archienemigo encapuchado. Entre ellos pueden verse satirizados al ojo de Sauron de «El Señor de los Anillos», Godzilla, King Kong, Los Gremlins, los velociráptors de Jurassic Park y Lord Voldemort de Harry Potter, entre otros. Los valores de la amistad y la familia terminan de dar el condimento para este Batman divertido y con mucha acción, aunque hay un momento de meseta. Pero en definitiva viene a dar un aire fresco a los superhéroes que copan las pantallas de grandes y pequeños. (A.S.)