La obra está basada en una historia real, la de Charles Blondin el famoso equilibrista francés que en el siglo 19 cruza el Niágara a través de un cable, varias veces, con los ojos vendados, dentro de una bolsa, arrastrando una carretilla, parándose para comer una tortilla o llevando a un hombre sobre sus hombros. De esas proezas pero especialmente de esta última se inspira Alonso Alegría para una obra. Un encuentro entre el admirado equilibrista y un admirador que siempre es testigo de sus proezas es la excusa para plantear realidades ilusiones, reproches y confesiones, en un juego que va del naturalismo a símbolos de ilusiones y sueños.
Actores: Raúl Rizzo y Álvaro Ruiz
Autor: Alonso Alegría
Música: Sergio Vainikoff
Iluminación: Sebastián Crasso
Vestuario y escenografía: Sabrina López Hovhannesian
Dirección: Eduardo Lamoglia
Donde
El Tinglado, Mario Bravo 948
Por qué sí
Porque lo que plantea el autor, aprovechado con inteligencia por el director, es el encuentro de dos hombres solos, uno famoso, el otro anónimo, que lo tiene como ídolo, pero con un pensamiento crítico. Le reprocha a Blondin haber transformado su arte en una especulación comercial donde lo único que importa es la repercusión y el dinero recaudado. El espacio de discusión perfecto para la provocativa proposición de una nueva prueba, cuando la realidad es la invitación a soñar con los imposibles, a jugar con la idea de ser dioses, a volar contra las leyes de la gravedad pero con las ilusiones como combustible. Y en ese devenir el espacio para las confesiones más conmovedoras, el pasado más doloroso, el costo de un hombre para llegar a un lugar de éxito, tapando con la fama los horrores de una infancia perdida, el presente sin nadie con quien compartir. Pero fundamentalmente la valoración del camino codo a codo, la amistad como refugio, la actitud de atreverse a volar. Un planteo conmovedor que tiene a un Raúl Rizzo siempre mostrando su talento, la capacidad para desnudar hasta la última posibilidad a un personaje que oculta su esencia y finalmente muestra su humanidad. Muy bien acompañado por el joven Álvaro Ruiz que crece con convicción de la admiración y el reproche a los sueños más atrevidos. Un camino poético, de alto vuelo lírico que no hay que perderse.
En primera persona
Raúl Rizzo y Álvaro Ruiz
En primera persona
Eduardo Lamoglia
Fragmentos de la obra