Es una película rumana del premiado director Cristian Mungiu que plantea una mirada cruda sobre una época de su país. El protagonista es un médico que vive pendiente de la graduación de su hija. Del resultado de sus exámenes finales depende que se vaya a estudiar a Inglaterra, el objetivo soñado de ese padre. Es que él ha sufrido el exilio, ha regresado a su país para desilusionarse y enfrenta ese pesimismo con la crisis de su matrimonio y una amante que tampoco es su mujer soñada. Un ataque a su hija hace peligrar sus planes, y se sumergirá en una cadena de favores corruptos, con consecuencias legales, para asegurarse el éxito de la chica, que por otra parte no comparte los planes de su progenitor. Esa cadena de favores que tiene como objetivo que el examen tenga un resultado óptimo lo lleva a alterar la lista de necesitados de un transplante. En ese clima de intrigas bien logrado, con sospechas cruzadas, donde las situaciones se revelan gradualmente y todo resulta oscuro y siniestro, solo son las mujeres de la familia las que se niegan a entrar en el juego de la corrupción. Un poco extensa pero válida. Buenos actores, un director de ideas claras y un mundo que universaliza una realidad que puede aplicarse fácilmente a cualquier punto del planeta.