Del prolífico director Matías Piñero que sigue con su ligazón a Shakespeare, como en sus películas anteriores, en el nombre de los personajes, con la traducción que esta haciendo su protagonista de “Sueño de una noche de verano”, pero se trata de un film distinto, abierto, fresco y por momentos muy emotivo. Esa traducción tiene que ver con el idioma, dos ciudades entrelazadas con elegancia y pericia, Nueva York y Buenos Aires, y una búsqueda incansable para encontrar los afectos, el arraigo, el lugar en el mundo y una reconciliación, la parte mas lograda, con un pasado que solo tenía un nombre y se transforma en persona. Y la utilización de textos, texturas, un corto que hizo en el pasado, y el enlace de distintos lugares con subtes, puentes, flores. Un presente y flashbacks del último día en Buenos Aires. Y la búsqueda de la protagonista, que dejó un amor en su país, busca un amante perdido y encuentra otro, tan enredada como la Hermia de Shakespeare. Solo se trata de dejar encendido ese espíritu que no quiere aquietarse y que muestra con talento el director.
HERMIA Y ELENA
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