ZAMA

Lucrecia Martel ha logrado lo que para muchos era un imposible, filmar una novela inasible, como dice Antonio Di Benedetto dedicada “las victimas de la espera” Pero una espera sin expectativas, y sin esperanza. Y lo que nuestra realizadora pudo concretar es traducir ese clima de alguien definido por el autor como “que nació anciano y no podía morir, su soledad era atroz” en imágenes cautivadoras. Con múltiples recursos utilizados con talento e inteligencia como efectos de sonido especialmente diseñados, con la decisión de usar voces de otros determinando lo que ocurre o ocurrirá con la cara sufriente de Zama en pantalla. O con personas que hablan de su destino o lo advierten y él se percata a destiempo. Con la desazón infinita de asistir a sus fracasos. El espectador “siente”, se sumerge en la cabeza del personaje. Zama es un burócrata del Virreinato del Río de la Plata que a pedido su traslado para poder reunirse con su mujer que lo mantiene porque las partidas para pagar sus honorarios se retrasan y lo condenan a la espera de noticias que no llegan, a la indigencia, al amor no correspondido, a guardar las formas cuando sus deseos son otros, a no percibir en definitiva que el mundo que lo rodea es incomprensible para él, en un Virreinato del Río de la Plata que pronto tendrá fin, en un mundo que cambiará, pero él no asistirá a lo que vendrá. Su condena es la espera pero también la sumisión a ella, temeroso de echar a perder ese cambio que espera que lo obliga a la humillación permanente del presente. Es un hombre que desciende cada vez hasta sentir que su ser se disuelve, que “ve” personajes borrosos, que confunde realidad con visiones mágicas. Y que hacia el final de su vida, cuando las promesas incumplidas ya son intolerables, corre hacia una aventura militar que le permite a Martel mostrar imágenes impresionantes de batallas que parecen pinturas de Cándido López, con personajes fantásticos, quimeras de piedras preciosas y un villano que encuentra el perfecto escondite. Un film de climas y tensiones, que no resultara fácil para un público que gusta de situaciones digeridas y sin conflicto. Disfrutable desde las actuaciones de Daniel Gimenez Cacho, Lola Dueñas, Juan Minujin, Rafael Spregelburd, Iván Moschner, Daniel Veronese, Vando Villamil y muchos otros. Fascinante desde los climas logrados, la ensoñación y el sufrimiento que se hacen palpables para el espectador. Y también una mirada de revalorización de las culturas que no se doblegaron ante el poder invasor, en el sueño de una aceptación que aún repele. Un film para disfrutar con la cabeza abierta, el corazón receptivo.


Publicado

en

,

por

Etiquetas: