Pablo Solarz, el famoso guionista, escribió para su propio film, construyendo un personaje central atractivo y complejo que viaja por el mundo para saldar una deuda de gratitud que contrajo hacia el final de la guerra. Ese hombre de 88 años, ya repartió su herencia, se cansó de mendigar cariño, siente que es un estorbo para su familia y decide un día antes de que lo internen en un geriátrico, iniciar un viaje a Europa en búsqueda de u amigo. Y en esta road movie encontrará problemas pero especialmente a quienes lo ayudan: un músico argentino (Martín Piroyansky), la dueña de un hotel barato en Madrid (Ángela Molina), a una viajera alemana que le hará entender que no todos son nazis en su país y una enfermera polaca que lo hará considerar eso de poner como sinónimo de Polonia la definición de mala palabra. La agudeza y la inteligencia creativa de Solarz hace que con humor, ingenio, ironías se toquen temas tan fuertes como el holocausto judío, el olvido, las vitales cuentas pendientes, la fuerza de los últimos deseos. Encuentra en Miguel Ángel Sola a un intérprete tan talentoso, que se permite envejecer con una dignidad única, que rodea su composición de tales sutilezas y lujos que da un enorme placer verlo. Y que le otorga a su personaje un brillo malicioso, y un agudo sentido del humor. Además de una emotividad profunda.
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