MARIA MAGDALENA

Una figura tan maltratada por la historia oficial, el verdadero rol de María Magdalena en relación a Jesús y su papel como una apóstol importante, luego de siglos de ser marcada como una prostituta arrepentida que siguió al Mesías, con un rol mínimo a su alrededor, prometía mucho. Reivindicada por la Iglesia Católica, las guionistas Helen Edmundson y Phillipa Goslett, centran su relato en esta mujer. El director Garth Davis
(El mismo de “Camino a casa) eligió apostar por la belleza de su protagonista (Rooney Mara) y ubicarla en un estado de contemplación y silencio, de firme rebeldía con su entorno patriarcal, de mujer frágil pero también fuerte como para renunciar a su familia y al destino reservado para las mujeres, un casamiento temprano y un exorcismo brutal ante su negativa a obedecer. El enfoque es el correcto, los rubros de iluminación y ambientación perfectos. Sin embargo con las buenas intensiones no alcanza. Primero porque después de ese primer paso todo lo que se presenta no transgrede en nada a los textos bíblicos, se obvia con minuciosidad todo contacto que no sea una atracción carnal entre ella y Jesús, pero tampoco su comunicación espiritual es profunda. Por otra parte la elección y el estilo de actuación de Joaquín Phoenix es por demás curiosa. Un Cristo adormecido, cansado, lejos de cualquier estudio para un hombre que vino a sacudir las estructuras espirituales y del poder de la época. Ni Mara ni Phoenix lograron profundizar en sus personajes. El resultado del film es entonces una invocación de belleza, de sutil registro, de muy buena ambientación y vestuario, pero que no despierta interés y lo que es sin dudas un pecado, aburre. Una pena cuando estaba todo dado para marcar una diferencia con las películas bíblicas que se estrenan cerca de semana santa. Tiene sus virtudes frente a violentas y crueles aproximaciones al sufrimiento de Jesús. Pero no le alcanza solo con ser innovadora.


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