Terror a la coreana, del director Jung Huh, con guión que le pertenece y que tiene elementos atractivos y otros no tanto. Comienza de manera prometedora con un crimen en el medio de una zona selvática y un cadáver que es escondido en una cueva tapiada. Sigue con la historia de una familia, donde la abuela Alzheimer, y cuando estaba con ella un nietito se extravió para siempre, que vive en una casa cercana a la cueva. Y comienza una historia de terror con una entidad que imita las voces de seres queridos, y la aparición de un niñita perdida en el bosque. Con buena fotografía y buen suspenso todo sigue entretenido hasta que deriva en un melodrama de una entidad fantasmal que pertenece al folklore del lugar y se desbarranca y se alarga hacia otros caminos que poco tienen que ver con el terror inicial. Salvo esa última parte, el entretenimiento para los amantes del género es válido, porque tiene más calidad promedio que la mayoría de las producciones del género. Pero la ultima parte probablemente para gusto del mercado interno coreano ya no satisface tanto.
MIMIC: NO SIGAS LAS VOCES
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