Una película que emociona con las mejores armas, sin golpes bajos, con la construcción minuciosa de climas y escenas de verdadera conexión. La directora Carla Simón, se remitió a su propia historia de orfandad, sus padres murieron por tener Sida, un tema del que se ha hablado muy poco en el cine español. De esos recuerdos infantiles surgió este film mirado desde el punto de vista, desde la altura real de una niña pequeña, huérfana, criada por decisión de su madre, por unos tíos jóvenes que viven en un ambiente rural muy lejano a la Barcelona natal de la protagonista. Lejos de los abuelos religiosos y avergonzados por la suerte que corrió su hija y su yerno, pero cerca de los sentimientos de esa niña. Ella debe superar los celos de su primita menor, y sus maldades de niña consentida, que da lástima. Debe lidiar con la religión en su personal adaptación y con la angustia que nace del centro de su pecho sin aparente razón. La directora contó con dos talentosas y gráciles niñas, les permitió interactuar libremente entre ellas y organizo el trabajo de filmación para que todo fluyera como en un milagro de captación de la vida misma. El resultado es un film sólido, disfrutable, nada ingenuo, por momentos inquietante, pero también sabio en la llegada de la aceptación de adultos y niñas. Fresco, conmovedor, para disfrutarlo.
VERANO 1993
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