Un film sorprendente que aborda un tema de la crónica policial, la desaparición de una joven mujer, en un pueblo pequeño, ferroviario, que tiene desde el comienzo un clima de amenaza, suspenso y misterio, que luego se corre del género. Ese comienzo con un auto incendiado a orillas del río la desesperación de una madre y su familia, porque es el auto de una hija que no regreso a casa, avanza en una dirección que impacta en el espectador y aunque las directoras tienen otros objetivos, ese clima permanece tiñéndolo todo. Sofía Brockenshire y Verena Kurl, una canadiense y la otra alemana, formadas en la FUC, avanzan en los sentimientos de la hermana de la joven desaparecida, la madre permanece sobrepasada, que busca desesperadamente y se estrella contra la indiferencia o el miedo de su entorno. Pero lo que se palpa, lo que se materializa, es la inmensidad de la ausencia, la dimensión del desamparo, el dolor del abandono, las sospechas mas terribles que quedaran flotando en una impunidad sin remedio. Gran trabajo de Sofía Palomino, con la intensidad perfecta. Secundada por el trabajo de Eugenia Alonso. Las dos mujeres eje de esta historia de mujeres solas, rodeadas por el dolor.