Un policial que se inscribe en las mejores tradiciones del genero, pero que también pone de protagonista a una ciudad seductora como El Cairo, (aunque casi toda la película se filmo en Marruecos, porque el director su equipo fueron echados del país) y fundamentalmente al tiempo de cambio de la primavera árabe, que moverá todo el tablero de poder de tantos años del régimen de Mubarak que habían aceitado al máximo la corrupción política y por ende policial. Todo el film se basa en el devenir de un policía, Noredin Mustafá, su superior Kammal Mostafá, su padrino y su tío. La rutina de este oficial es recaudar las coimas de protección de vendedores ambulantes, planear con su familiar de donde sacar ganancias, sin importar el origen y sacar ventaja de todo lo que ve. Pero un hecho sangriento sacude su rutina y terminará de sacarlo de su eje, de su zona controlada. Pero, como un primo lejano de Philipe Marlowe, algo de su instinto lo obliga a buscar una verdad, una justicia poética que lo pondrá en peligro. Una cantante popular es encontrada degollada, la escena del crimen se contamina sin problemas, el encontrará la punta de un ovillo y en el camino será ascendido, seducido y con graves problemas. Un film intenso, bien realizado, que mantiene el suspenso a la perfección, pero también muestra las entrañas de una corrupción enraizada en una sociedad dispuesta al cambio. El director y guionista Tarik Saleh ( nacido en Estocolmo, de madre suiza y padre egipcio) filma con talento y mete al espectador en esa mezcla de suspenso, zona oscura de peligro sin héroes impolutos, con un entorno que fascina y da miedo, mostrando las entrañas de un mecanismo implacable de inmoralidad. Es un film de género pero sin artificios y una cuota de mirada inteligente del entorno que lo saca del mero entretenimiento y lo transforma, también, en un film político. Grandes actores, buenos climas, una película para no perderse.
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