Un policial que toma «prestado», roba de aquí y de allá y no lo hace bien. Quiere ser como Hitchcock y lo que intenta no le sale. Algo de “El silencio de los inocentes”, con un protagonista que puede ser un primo hermano de Hannibal Lecter. Y un gran actor como David Tennant que por momentos le otorga un perfil que mete escalofríos. Pero si bien en el guión de Brandon Boyce arranca bien después se desbarranca. Dos muchachos que trabajan por las propinas estacionando los autos de los clientes de un restorán cotizado, idearon un mecanismo perfecto. Cuando olfatean lujo y dinero utilizan los GPS de los autos para ir hasta los hogares de las víctimas y robar mientras cenan, para llegar cuando están por el café y los ladrones con el botín. Pero, cuando dan con un despreciable hombre de negocios e intentan el robo “para retirarse” descubren que en la casa hay una mujer atada, amordazada y golpeada que pide ser liberada. El dueño esta por volver y el ladrón huye sin ayudar a la cautiva. A partir de allí vueltas de efectos y del argumento que abaratan el buen comienzo.