Es la última película del maestro del cine Abbas Kiarostami que murió antes de su estreno en el Festival de Cannes. Y esta despedida del cineasta iraní alude a los 24 cuadros por segundo que hacen a la verdad del cine según Godard. Pero no es una película tradicional, son miniaturas elegantes y fascinantes, que muchos definen como una instalación de arte y otros como la última búsqueda expresiva del creador. Son 24 planos intervenidos digitalmente, con animación y montaje, que salvo el primero (que parte de un cuadro famoso utilizado por Andrei Tarkovsky y Lars von Trier) se trata de “Los cazadores en la nieve” de Pieter Bruegel, El Viejo, parten de fotografías tomadas por Kiarostami y el objetivo de saber que pasa antes y después de cada toma. Que vida transcurre a pesar del instante capturado. Mucha naturaleza viva, mucho viento y nieve, muchos animales, más que los humanos presentes u omnipresentes.
Pájaros, vacas, leones, perros, silencios o músicas, ruidos significativos. La mirada tranquila que se opone a los elementos desatados, los truenos, las nubes, las mareas.
Historias de contemplación, de amor, de avasallamiento, de crueldad. Poético y repetitivo, hipnótico y por momentos cansador, pero siempre con alguna sorpresa y emoción, como los últimos minutos que hablan de un adiós, con imágenes de una vieja película (la escena final de “los mejores años de nuestra vida” de William Wyler) y una chica dormida frente a la computadora. El pasado, el presente y el futuro soñado.
https://vimeo.com/282715652