Ya en el primer “El Justiciero”, Denzel Washingon asociado con el director Antoine Fuqua (“Día de entrenamiento”) habían construido un atractivo personaje, un agente retirado que lleva una vida ultra-ascética, que entra en acción cuando alguien desamparado necesita que se haga justicia (con libro Richard Wenk sobre la serie de televisión creada por Michael Sloan y Richard Lindheim). Les fue tan bien que por primera vez el actor aceptó hacer una segunda parte de un personaje en toda su larga carrera. Y aquí, si bien las cualidades del protagónico son las mismas, ya mudado y con otras lecturas, se involucra en historias que lo llevan de un tren en Turquía donde rápidamente despacha a los malos del momento y luego se dedica a ayudar a vecinos, a un encarrilar a un chico al borde la perdición, a un sobreviviente del holocausto y por fin en una historia propia. Es que la película es larga y por momentos, aunque las escenas de acción están muy bien filmadas y Washington le pone la onda a su MacCall, ya se parece a muchos personajes y películas de acción que hemos visto. La originalidad se esfuma muchas veces, aunque las persecuciones, tiroteos y acción en general luzcan. Hay momentos pretensiones que enfrían demasiado y otros donde se explican algunos porqués de la vida del personaje. Denzel Washington tiene una versatilidad a toda prueba y aquí con pequeños detalles, con intensidad y sobriedad al mismo tiempo sigue construyendo a su vengador anónimo con una constancia de samurai siempre listo exitosamente contundente, como si se hubiera pasado toda la vida haciendo películas de acción. Aún con sus falencias en film entretiene y será exitoso.