Es de esas películas que agradan, hacen pensar en temas trascendentes y con una pátina de melancolía que tiñe todo lo que ocurre aunque se convoque a la esperanza. El director Robert Guédiguian, co-autor con Serge Valetti, vuelve sobre los temas que prefiere y con los actores que siempre están en sus films, desde la talentosa Ariane Ascaride ( su esposa)Jean Pierre Darroussin, Gérard Maylan, que encarnan a tres hermanos y tienen esa química, esa intimidad que resulta encantadora y funcional para la historia. La reunión ocurre en un pequeño pueblo de Marsella, el lugar donde se criaron, tras un ataque que sufre el padre. Forzados e incómodos en un comienzo, esa convivencia obligada da paso a los recuerdos, las cuentas pendientes, las heridas que nunca cerraron. Lo mejor del film es la recuperación de ese vínculo luego de una tragedia ocurrida hace 20 años. Pero el director decidió jugarse con nuevos costados, historias cruzadas y nuevas, amores que terminan y nacen y hasta una pincelada política no muy aprovechada de actualidad con el tema de los inmigrantes ilegales, esto último lo mas forzado de la historia. Pero los momentos a favor son mayoría, las actuaciones realmente deliciosas, las reflexiones sobre las verdaderas prioridades y las valentías para parar y dar de nuevo valen.