Un film con momentos encantadores y otros convencionales, que no pierde su frescura y su ritmo. Una mirada sobre los afectos, la pérdida, las segundas oportunidades. El “después de todo” que resulta nunca ser definitivo a pesar de dolores, desilusiones y hasta adicciones. El núcleo del argumento se basa en el “drama” de los treinta y pico, en una chica que descubre mentiras en su origen, que se está por casar con el hombre equivocado y que vuelve a su ex como tabla de salvación. Y ese muchacho del ayer, herido, a cargo de su hermana ex adicta, solitario y doliente. Entre ellos chispas nunca apagadas que encienden el presente y que tienen en los protagonistas Paula Reca (también productora) y Andrés Civaglia a los intérpretes exactos con la química perfecta. Es una película de caminos y descubrimientos. Enterarse de la muerte de un padre, que ya creía muerto desde hace mucho y que además le deja una herencia y el contacto con su pareja de toda la vida encarnado por Miguel Ángel Sola, siempre exacto en sus composiciones. Y una larga travesía para cumplir con ritos, conocer el legado y darse cuenta que no todo esta perdido cuando se ofrece el corazón, como decía Fito Páez. Romántica, con momentos de humor y confusión, especialmente en una protagonista que hace de las inseguridades su marca de fábrica y una Paula Reca especialmente dotada para este genero, una comedia inteligente.