Es una comedia melancólica de hombres en crisis, por depresión y la falta de empleo, por infidelidad, por una empresa en quiebra, por ser un rockero patético quiere impresionar a su hija, por soledad, incomprensión, temperamento violento. No tienen casi nada que ver entre sí, no los une el amor sino el espanto, mejor dicho la desesperación de sentirse grandes y sin horizontes de optimismo. Un grupo de “perdedores” que alcanzan con mucho trabajo de sus entrenadoras el último boleto hacia un objetivo bizarro; representar a Francia en una competencia mundial de nado sincronizado de hombres. Ellos tienen problemas y sus cuerpos distan mucho del estereotipo musculoso y eterno. Son gorditos, normales, y queribles. Desde esa perspectiva de cuerpos alejados de los moldes publicitarios y con grandes actores, se construye esta comedia de superación y desesperación que tiene aires a “Full Monty” (“Todo o nada” entre nosotros) y se desarrolla un tanto lentamente pero va creciendo poco a poco hasta un sentimentalismo que busca la emoción, pero también la conquista de la dignidad perdida. Mathieu Almaric encabeza con su talento enorme a un grupo de grandes compañeros: Guillaume Canet, Benoit Poelvoorde, Jean-Hugues Anglade y siguen los nombres. El guion y la dirección de Guilles Lellouche completan el equipo de esta comedia agridulce.
NADANDO POR UN SUEÑO
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