Una historia real la de Melita Norwood , que brinda un caso apasionante durante la segunda guerra cuando las potencias en conflicto corrían una carrera contra el tiempo para obtener la bomba atómica y entre los aliados competían y recelaban para ser los primeros. En ese tiempo una joven científica, enamorada de un militante comunista decide no dejar afuera a los soviéticos de los adelantos en la carrera armamentista. Así se transforma en una espía oculta hasta que circunstancialmente, y ya anciana, es descubierta y encarcelada. La gran Judi Dench aporta su talento pero no tiene muchas escenas, el peso del recuerdo está en la joven Sophie Coolson que sale airosa de este desafío exigente. El tema es que la película que pudo ser una apasionante entrega de vida de espías desaprovecha esta oportunidad porque ni el guionista Lindsay Shapero ni el director, el reconocido Trevor Nunn, logran imprimirle ese nervio y apasionamiento que el género pide y se quedan en la corrección y muy cercanos a un melodrama cursi. Con una muy buena reconstrucción de época y con las actuaciones del elenco, nos quedamos con las ganas de más Judi Dench, pero alcanza para un entretenimiento que pudo ser una joya y se quedó a mitad de camino.