Sebastián de Caro como realizador le propone al espectador la historia de una obsesiva organizadora de bodas que tiene objetivos ocultos en su manera de proceder. Desde la canción de Lali Espósito que abre la película, todo lo que ocurre con un humor muy particular, un tono de vistosidad ambiental y un espíritu de juego que lleva de un género al otro y mantiene al espectador interesado hacia el final. Un lenguaje de grandes empresas, una investigación con interrogatorios incluidos y la gran sospecha instalada infectando cada acto de ese festejo interrumpido o accidentado, ofrece una verdad elusiva y una mirada divertida. Dolores Fonzi una especie de azafata en este vuelo creativo y festivo nos guía, seria y concentrada a una invitación que siempre oculta algo. Es cierto que se encuentran algunas vacilaciones y se pierde la intensidad del comienzo hacia una finalización forzada. Pero hay que reconocerle meritos de entretenimiento a esta comedia inusual.