Los directores y guionistas Rania Attieh y Daniel Garcia reconocidos como cineastas independientes, desarrollaron una comedia negra que tiene como protagonista a un ser sufriente, eterno adolescente, elemental y primario, que tiene como telón de fondo el estado de ansiedad de nuestro país cuando estaba por terminar el mundial de futbol en Brasil y la ilusión de obtener un campeonato mundial parecía posible. Precisamente ese clima que ellos vivieron en una visita a nuestro país fue el disparador de proyecto, que acaba de ser premiado en el Festival de Tribeca. Sergio Garcés se maneja a través de sus impulsos, no razona, tiene pulsiones de conquista que no lo satisfacen, se percibe como actor, cuando su record tiene que ver con ser uno de los extras más convocados, con un pasado de protagonista de films porno. Su existencia la percibe como la consecuencia de hechos ajenos, tiene problemas con el manejo de su ira. Un ser golpeado por la necesidad del éxito que no tiene y la percepción de haber perdido ya sus mejores años, que nunca fueron buenos. La vida vacía de un hombre sin piedad, que no provoca empatía con la oscuridad a flor de piel. En su historia los giros argumentales lo llevan a situaciones de desprecio por el otro, la misoginia, la violencia y situaciones extremas, donde no existe la culpa. Quizás un acto de salvación final y desconcertante. Para Diego Peretti un desafío actoral que él asume con todos los matices para deslumbrar con su trabajo, con un trabajo interior profundo y sentido. Julianne Nicholson perfecta con esa mujer medida y feroz al mismo tiempo. Un clima de policial negro, subrayado por la mirada irónica de los acontecimientos y hechos del pasado que cumplen con la carga de patética pérdida constante, bien subrayada por la fotografía, la dirección de arte y el vestuario. Criaturas perdidas con la fascinación de lo irreparable. Metáfora de una argentinidad que preferimos no ver.
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