El director Carlos Ameglio quiso refleja, según sus palabras, el tiempo en que muchos cinéfilos, gracias a la cinemateca y a los video clubes, en el momento en que cae la dictadura en Uruguay, en l985, se lanzan a la aventura de hacer cine, sin un peso, sin infraestructura, pero decididos y bizarros. Y eso es lo que muestra su fresca y regocijante comedia de un joven que para costear una parte mínima de su boda, y no depender del todo de su suegro, decide vender su cámara. Pero surge la posibilidad que le brinda un mafioso local de hacer una película, una versión porno de “La novia de Frankestein”, con una estrella internacional. Acompañado por su amigo, perseguido por su novia, enamorado de su actriz, el protagonista sufrirá agonías y placeres enredados y con mucho encanto. Martin Piroyansky despliega su talento muy bien acompañado por un desenfadado Nico Furtado. Fantasías y sueños perdidos, entre el deseo y la desilusión.