Es una de esas películas que despiertan distintas reacciones, por un lado muestran cómo funciona el sistema de adopción francés que tiene asistentes sociales perfectos, preocupaciones constantes, padres de guarda perfectos, algo así como un ejemplo de la actuación del estado frente a un niño que nace y que su madre no desea tener y antes de dar a luz decide darlo en adopción. A partir de allí, el destino de un bebe hermoso (lo eligieron con look publicitario) que pasa por distintas instancias hasta que por fin encuentra su destino, en una nueva legislación que también valoriza la adopción monoparental, es el hilo conductor del film. Mientras tanto, en esta película coral, de la directora y guionista Jeanne Herry se desarrollan los problemas de los adultos intervinientes. Un amor imposible, frustraciones, peleas en los equipos, separaciones. Un telón de fondo donde transcurre la vida y el futuro de un bebe. Por momentos con el rigor de un documental, del aparentemente envidiable sistema francés, por el otro un film que apunta a la emoción inevitable. Un buen elenco de actores: Sandrine Kiberlain, Gilles Lellouche, Elodie Bouchez, Olivia Côte, Clotilde Mollet, Jean-François Stévenin, Bruno Podalydès, Miou-Miou, donde cada uno tiene su momento de lucimiento. Muchos detalles legales y psicológicos sorprenden para bien, la emotividad nunca cae en bajezas pero es inevitable.