El coctel se arma con un hombre apocado, que ha pasado su último tiempo cuidando a su padre, y frente a su muerte y con el regalo de su hermana (no será el único) se dispone a viajar, a dar la vuelta al mundo. Pero, siempre hay un pero, encarnado por una femme fatal que lo seduce y lo lleva a una noche de locura. Y ese hombre tímido, parco, inhibido se transformará en otro ser acorralado y monstruoso. No es la primera vez que se recurre a esta fórmula desarrollada por maestros del cine. Aquí funciona con un entretenimiento muy bien realizado, de momentos de gran pericia técnica, con el punto a favor de atrapar al espectador y no soltarlo hasta el final. Verosimilitud no se pida porque que no hay, las situaciones son delirantes. Suspenso si, todo el tiempo. Identificación con el protagonista también. Y un buen final. También cuenta a favor con la elección del famoso Mario Casas que se entrega sinceramente al juego macabro y sale como siempre airoso. Muy bien acompañado por Milena Smiath.
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