O “The prom” como es su título original en inglés y que refiere al baile de graduación de estudios secundarios que es una verdadera institución en la cultura media norteamericana: vestidos de gala, invitaciones formales, chico en limusina buscando a su chica, brazalete de flores. La película se basa en una obra teatral de Broadway pero aquí pasada por la mano de Ryan Murphy (“Glee”) que se puso más grandilocuente que nunca y también melodramático y cursi. Pero eso no quiere decir que la diversión exista y también la emoción, especialmente para los fanáticos de los musicales y los que no se perderían el deleite de ver a un elenco encabezado por Meryl Streep, con James Corden y Nicole Kidman, además de grandes como Kerry Whashington y muchas estrellas jóvenes como Ariana DeBose y Jo Ellen Pellman. Dicho todo eso uno puede disfrutar sin culpa y hasta dejar que una lágrima se derrame. Porque aunque se le noten los hilos del armado del film, con la cuidadosa inclusión de todos los elementos, para provocar emoción, y la ampulocidad de Murphy extienda el film más allá de lo necesario, es mas son como dos películas en una, la segunda mejor, la producción se puede ver con deleite. El despliegue de los musicales es realmente impresionante. Y el tema de la intolerancia en el estados unidos profundo, o en cualquier parte del planeta es un tema tan vigente que duele. Más aún cuando se enfrenta el egocentrismo y egoísmo de actores necesitados de una causa humanitaria para mejorar su imagen, obtener más premios o conseguir trabajo, motivos de los que viajan a apoyar a una chica lesbiana a la que le prohíben ir al baile con su novia. La joven que vive con la angustia del rechazo en una sociedad conservadora al borde dictatorial. Ver a la diva de Streep, a la corista de Kidman, al esfuerzo de Corden, a todo el marco vale la pena. Entremos en el exceso de brillos y canciones sin culpa, permitámonos caer mansamente en el melodrama y pasémosla bien.
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