Esta es una película que apuesta en grande a un regreso masivo del público al cine. Y tiene todos los ingredientes para despertar nostalgia en las generaciones que fueron jóvenes en los ochenta y que hoy serán gustosos anfitriones para sus hijos a este entretenimiento old fashion con todos los ingredientes actuales. Película icónica de la cultura pop de los ochenta, esta nueva entrega de Top Gun treinta y seis años después, propone dejarse llevar por el carisma de Tom Cruise, el patriotismo llevado al extremo del sacrificio, que funciono tan bien en la época de Reagan y se reactivo con Trump, pero con un enemigo lo suficientemente oculto como para no tener problemas en ningún mercado. Aquí se trata de entregarse al magnetismo de un protagonista que se atreve a hacer una escena sin doble de riesgo, se entrenó especialmente para eso, y de filmarse solo con seis cámaras en el habitáculo del avión, para estar a la altura de su leyenda. Y hasta se da el gusto de una escena de playa con mucho torso musculoso y juvenil al desnudo para demostrar que los años no pasan para las estrellas de Hollywood. El director Joseph Kosinki demuestra una técnica virtuosa en las secuencias de los aviones, se da el gusto de un comienzo muy similar al original pero mucho más espectacular por los adelantos técnicos y por sobre todo demuestra una verosimilitud impresionante, una suerte de potencia de acción analógica que distingue de las malas falsificaciones generadas por computadoras. Hay suficiente acción y suspenso en escenas logradísimas. Tanto en entrenamientos como en las batallas. Pero no faltan los recuerdos traumáticos, el perfil rebelde de Maverick que se pone peligrosamente desobediente en dos oportunidades como para que sus jefes estén al borde del ataque de nervios, un romance renacido y la emotividad que significa la aparición de Val Kilmer. Le armaron un Ice que padece casi los mismos problemas del actor en la realidad, un momento de química emotiva difícil de resistir. En el elenco joven sobresale Miles Teller, y tiene poco peso en sus apariciones y casi sin desarrollo dramático John Hamm, Ed Haris y Bashir Salahuddin. Jennifer Connelly luce su encanto. Sin dudas un tanque cinematográfico que entretiene a lo grande, con las armas tan tradicionales que el productor Jerry Bruckeimer-otra leyenda- sabe utilizar tan bien.