El encanto de la película dirigida por Sol Berruezo Pichon-Riviere y escrita por Laura Mara Tablón se base en una idea original y extrema. Parece llevar al límite la visión de la realizadora que hace suya una creencia común: que la vejez es de alguna manera un retorno a la niñez cuando existe la dependencia física y emocional. Una mujer de 74 años, enferma, que se encargo de maniatar todas la libertades de su hijo, que vive pendiente de sus dolores y caprichos, es la protagonista de un hecho extraordinario. Entra a su dormitorio sintiendo el peso de los años y emerge como una niña de 8 años, con la misma ropa y accesorios, plena en apariencia de su cuerpo infantil, pero como se verá con la misma condena. Esta transformación lúdica hace que la hija que se liberó de ataduras vuelva al hogar sin tanto reproche. Y que los dos hermanos, frente a este cuento de hadas experimenten la posibilidad de expresarse y saldar las cuentas pendientes. Un diálogo gracioso y el maravilloso aporte de una verdadera revelación como es Matilde Creimer Chiabrando, la madre niña que “reemplaza” a Lide Uranga, otra gran actriz, completan la gracia aceptada y regocijante de un artificio bien logrado. Tan importante que borra la angustia y permite la sonrisa, y hace que los personajes a cargo de “la nena” se den el lujo de pensar en un futuro sin culpas.