Pocas veces uno puede disfrutar tanto de una tragicomedia tan inteligente y redonda, tan fluida y bien actuada, tan clara ideológicamente, tan sorprendente. Y los elogios pueden seguir acumulándose. La unión de dos talentos probados como María Alché y Benjamín Naishtat, en la dirección y el guión, logra esta película donde todo encaja perfecto. Desde su antihéroe, un iluminado Marcelo Subiotto, profesor de filosofía política en la Uba, en la sede de la calle Puan, que se encuentra perdido. Acaba de morir su mentor, un golpe muy fuerte para él, y se abre el concurso para ser titular de la cátedra, un lugar naturalmente de su pertenencia. Su vida es una contradicción, tímido, acostumbrado a crecer bajo la sombra de su admirado profesor, tiene una mala relación con su mujer, gran activista feminista, y otros trabajos, para juntar unos pesos, incluido uno ridículo que lo llevara a lo surrealista. Le pasan cosas muy cómicas y patéticas. Y lo peor es la competencia con su antítesis, un profesor que llega triunfante de Europa, pomposo y seductor, que le peleara su lugar (un magnífico Leo Sbaraglia).Como telón de fondo el clima académico, las clases en barrios carenciados, la realidad golpeando fuerte con la reducción de presupuesto en la universidad, la protesta para defender el territorio en peligro. Un film tan bien hecho, con rubros técnicos magníficos, con climas tan bien logrados, donde los enredos se anudan y deshacen tan orgánicamente, que pasamos por risas inevitables a la emoción más profunda. Acaba de ganar en el festival de San Sebastián el premio al mejor guión y le dieron a Subiotto el de mejor actor. Hágase un favor, no se la pierda.
PUAN
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