En el segundo largometraje de Augusto Tejada, el primero fue la delirante “El asistente” , apuesta otra vez al juego leve del humor, especialmente en su primera parte, en la que cuenta con la ductilidad asombrosa de Joaquín Furriel. Es el perfecto antihéroe, imaginado por la dupla Juan Leyrado y Agustín Rolandelli, que le permite acceder a las técnicas de mimo, del cine de Buster Keaton, a quien tanto admira el actor, para pintar todos los problemas que se le acumulan en la vida, para ser un auto desahuciado. Es rutinario, su jefe es abusivo, es adicto al trabajo y su esposa lo engaña como lo comprueba por casualidad. Por eso recurre a una empresa ultramoderna de sicarios para que ponga fin a sus problemas, no sin antes regalarse un fastuoso fin de semana en un hotel lujoso. A parir de la llegada de bella China Suarez (bien en su rol) el argumento cambia y se transforma en un film de romance y aventura que no alcanza la frescura del principio, con ritmo pero con lugares comunes y sorpresas. El resultado es entretenido.