En esta historia de superación personal, que es el primer largo narrativo de dos famosos y premiados documentalistas, Elizabet Chai Vasarhelyi y Jimmy Chin, brilla no solo la historia sino también dos enormes actrices. El caso real de la atleta Diana Nyad, que a los 64 años logró la proeza de unir a nado nada menos que La Habana con Cayo Hueso. Algo inusitado, impensado y brillante que la dejó exhausta y orgullosa. Un logro después de cinco intentos, uno cuando era muy joven, que le hizo decir apenas logro su objetivo :”nunca se den por vencidos, no dejen de soñar porque son grandes, y el nado en mar abierto que siempre pensé como una labor solitaria es por una cuestión equipo” Un resumen perfecto de sus convicciones y de los cambios en su carácter para valorizar a su entrenadora y a su capitán. El film comienza con un festejo de cumpleaños, el número 60 de la atleta aburrida, que hasta renuncia al coqueteo con una mujer y revela su deseo para la proeza. Y después hipnóticamente muestra su trabajo, los éxitos y fracasos, el riesgo de nadar sin jaula, la aparición de tiburones alejados por un ingenioso sistema que falla, la terquedad, las zonas oscuras, la obsesión hasta el límite. El trabajo de Annette Bening, de gran esfuerzo físico, es impresionante, se muestra feroz, intrépída, odiable, terca, absolutamente única. En un trabajo profundo y de segundo plano Jodie Foster también deslumbra en el rol de entrenadora. Y como capitán del barco, en un gran papel Rhys Ifans. Los directores logran que el espectador viva una experiencia casi inmersiva que va mucho más allá de un logro físico y admirable.