SALTBURN

Un chico pobre en una escuela de ricos, un muchacho que se siente nuevo y marginal que logra entrar al mundo de los  pornográficamente opulentos, como un catalizador para una familia muy especial, que ejercita la crueldad con cierto refinamiento. Como la heroína de “Hermosa venganza” de la misma premiada guionista y realizadora, Esmerald Fennell, que en ese film, ejecutaba un plan de escarmiento, aquí el protagonista primero deslumbrado, desplegara después sus deseos  perversos. Como el protagonista de “El talentoso señor Ripley” de Patricia Highsmith el personaje que interpreta muy bien Barry Keoghan parece un pollito asustado en medio de tanta cháchara banal, entre familiares directos presos de las formas, maestros en hacerse los distraídos, mostrará los indicios de la crueldad. Primero con una gran atracción hacia el niño rico que lo trajo como “juguete de la temporada” interpretado por el muy solicitado Jacob Elordi, y luego, giro tras giro, como en un thriller donde lo superficial y cruel esta siempre a la vista, hacia el desborde total. La casa como un personaje más, un enorme trabajo de vestuario y ambientación, y los actores siempre deslumbrantes como Rosamund Pike y Richard Grant,  aportan lo suyo.  La trama entretenida desde el principio se desbarranca hacia el final pero asegura tener constantemente atrapado al espectador en este juego sucio, perversamente atractivo.


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