De las directoras Valeria Ciceri y Marina Vota que se encuentran y pueden contarse las tristes e hirientes experiencias sobre sus abortos, que las lleva a preguntarse si el cine es una herramienta para superar un trauma. Las historias rastreadas entre las calles de Buenos Aires y los testimonios en el norte de Italia, con mujeres de distintas edades y orígenes son fuertes, hablan de la soledad, de la clandestinidad, del abuso de los responsables de esas prácticas o de las soluciones para gente adinerada. Pero por sobre todo de las heridas emocionales frente a sentimientos de vergüenza, de ocultamiento, de muerte, de olvidos a la hora de reconstruir lo que ocurrió. Una muy valiente propuesta de dos realizadores que se atreven a poner voz a lo que mucho tiempo se mantuvo en el silencio del sufrimiento.
ESA CASA AMARILLA
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