DUNA 2

Si la primera parte de la saga de Denis Villeneuve les gusto, esta secuela es mejor. Dura dos horas y 26 minutos y pudo ser más corta, aunque su director se haya enamorado de climas e imágenes que se hermanan con los subyugante y logrado, pero también con lo superfluo y enredado con un  CGI descuidado en un momento y personajes con desarrollo que no van a ninguna parte. Pero lo bueno es lo que sobresale. Una historia que gana en intensidad con el crecimiento  que tiene el personaje de Timothée Chalamet que pasa de apocado príncipe heredero a transformase en un hombre que se debate con dilemas éticos en su exilio con los habitantes del desierto. Lo acompaña su madre embarazada que tiene un espíritu más práctico y advierte rápidamente su camino siempre conspirativo. Es interesante toda la reflexión sobre la construcción de aceptaciones, integraciones, pero por sobre todo de liderazgos. Y también el planteo de los fanatismos religiosos y de la necesidad humana en situaciones extremas de fomentar creencias y ver signos y confirmaciones en todas partes. El personaje de Zendaya brilla aunque no se explica demasiado las razones de su desconfianza en religiones que doblegan voluntades. Javier Bardem se luce en los pliegues inteligentes y audaces de la comprensión política del momento. Austin Butler construye bien su malvado pero las escenas de la arena monumental se ven rudimentarias, contrarias a esa corporalidad que el director luce en estas producciones y su personaje luce superfluo. Como siempre se lucen Rebecca Ferguson, Josh Brolin, y Florence Pugh. Es larga, pudo ser mas corta como dijimos, pero bien vale la pena verla.


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