SIEMPRE HABRA UN MAÑANA

Paola Cortelessi, no es la protagonista sino la directora de un film (su opera prima) que se permite no pocos riesgos e innovaciones, sino que además se transformó en un  éxito de taquilla en su país de origen, Italia. La acción transcurre en la posguerra, en mundo de estrechez económica, con soldados norteamericanos en las calles. Pero a la protagonista que tiene mil y un trabajos para contribuir a la economía del hogar, y hacerse de un ahorrito, se le suma un marido violento que le pega y la humilla constantemente, una hija adolescente, un suegro que está enfermo y tan machista  y cruel como su hijo, dos niños revoltosos. La película en blanco y negro, con una gran ambientación, se toma sus libertades, música anacrónica y pasos de baile para un castigo violento que es difícil de digerir. La protagonista lo soporta todo, pero tendrá sus batallas ganadas, como cuidar el futuro de su hija de un novio abusivo, soñar con otro hombre de su pasado, y votar  en la histórica elección de la Asamblea Constituyente que contó por primera voz con la participación femenina. Una historia fresca y extraña que funciona, que suma a la visión de un tiempo de abuelas y bisabuelas los primeros pasos a un empoderamiento de la mujer.


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