Un titulo magnífico que corona con certeza el momento histórico y los hechos de este film realizado por Carina Piazza y Alejandro Alonso. Un padre y una hija que vive en una casa alejada de un pequeño pueblo mendocino. Hasta allí llega una militante herida, huyendo de los militares. Corre el año 1978. Todos nos ubicamos rápidamente en esa larga noche de los años de plomo. Todo el clima de la realización tiende a reflejar la negrura de la situación, el peligro latente, el juego de las sombras y los ruidos que imponen de inmediato su condición de amenaza constante. Los diálogos son escuetos, por momentos minimalistas, pero la fuerza de los sentimientos se impone en la pasión y en la necesidad de la huída. Y por sobre todo en la sensación de soledad frente a todo, esa desolación interminable y tan palpable. Muy buena como siempre la actuación de una Mónica Lairana puro fuego y oscuridad.