LA LIBRERÍA

Corren los años 50. Una joven viuda decide cumplir el sueño que tuvieron con su marido, poner una librería. Ella elige un pequeño pueblo inglés costero. ¿Que puede tener de malo ese emprendimiento? Provocar las iras de una mujer poderosa que no puede soportar que algo suceda y se desarrolle fuera de su férreo control social, en lo que considera su propiedad feudal. Porque la novela de Penelope Fitzgerald que uso Isabel Croixet para hacer su película, es, ante todo una mirada sobre la rebeldía, lo implacable del poder establecido, lo rígido de una sociedad resistente al cambio, la maldad desatada por el poder cuando algo sale ligeramente de control. Pero esa guerra desatada se viste de una mirada bucólica, de un romanticismo rotundo y aterciopelado que ahoga el grito pero no la necesidad de libertad, y que valora a los libros como la mejor compañía. Con grandes actores que brillan con sus trabajos: Emily Mortimer, Patricia Clarkson y Billy Nighy, este film alcanza alturas de emoción verdadera, de vestigios de “lo que resta del día”, de la bella pintura de una época donde el entorno social no salía de rígidos moldes. Pero no por eso toda la reflexión del film pierde actualidad. Al contrario, lo que muestra es la implacable maquinaria de un poder que no quiere perder ni un milímetro de su territorio. Bella, con rubros técnicos impecables, premiada por varios premios Goya, es una película que llega a los sentimientos con las mejores armas.


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