Su director Johannes Roberts se jacta por homenajear a una película de culto del 2008, con Liv Tyler y Scott Speedman, que no era una maravilla. Esta vez le agrega dos personajes, un matrimonio y sus dos hijos, que viajan para llegar a un internado para su hija adolescente y rebelde. Pasan la noche en un parque de casas rodantes de alquiler, pobremente iluminado. Allí un hombre con una bolsa de arpillera en la cabeza y dos chicas con máscaras de Halloween se dedican a cazarlos. Los padres son despachados rápidamente. Y se ensañan con los adolescentes. Burdo, sin trucos, violento y sangriento. Cuadrado y con pretensiones de cine del género de los 80 que ya están demasiado lejos. No hay historia, no se marcan los personajes, no tiene crescendo dramático. Te cazo, te corto, te mato. Ay.