La opera prima de Sebastián Schjaer, responsable también del guión elije a la ciudad de Tierra del Fuego para ubicar a su protagonista, una joven de 23 años que tiene que afrontar una realidad durísima. En esa ciudad donde los lugareños se mezclan con los turistas ávidos de paseos y con los que llegan atraídos por juntar dinero que parece fácil de obtener porque los empleos son bien remunerados en relación a otros lugares del país. Para la protagonista de la que se saben pocas cosas, el objetivo es juntar plata para irse a Canadá junto a su marido y su hija. Pero él consiguió trabajo en otra ciudad y a la nena la cuida un familiar. Por eso la joven esta sola, en un deambular eterno con sus contradicciones, mentiras, sentimientos guardados y una angustia que hierve en su interior. La vemos, en la interpretación de Sofía Brito, que aporta su aspecto angelical y entrega, en situaciones de cambio constante, de crudo realismo, de confusión. La cámara la sigue en una serie de planos cortos hurgando en las capas profundas de su criatura, en sus decisiones extremas pero nunca será juzgada, siempre, hasta el último momento, el misterio de su vida y sus determinaciones se irán exponiendo en cuentagotas, manteniendo una de intriga donde todo puede pasar. Lo interesante del filme también radica en mostrar a una ciudad donde siempre hay gente en tránsito, donde ese mismo entorno es casi un protagonista, con sus condiciones bajas temperaturas, y los momentos de ternura o diversión son escasos y muy cortos.