Es una película sorprendente en muchos aspectos. El debut de Fritz Bôhm como director y co-guionista junto a Florián Eder, no podía ser más auspicioso. El film que comienza con un sombrío policial, con una niña secuestrada por un hombre que la mantiene totalmente aislada por años, diciéndole que la protege de lo salvaje y que trata de retrasar su desarrollo hormonal de pubertad con inyecciones que la llevan a un coma, tiene un suspenso y un clima muy logrado que luego deviene en otro tema. Del policial al terror, aunque la película es difícil de etiquetar. Puede ser tomada como una alegoría sobre la pubertad, hasta lanzar una teoría sobre la fuerza de lo femenino en leyendas que nunca antes se dieron a conocer. En el durante, la adolescente comienza a descubrir un mundo nuevo, la pasión y la transformación de su cuerpo, la manifestación de sus instintos. Todos los elementos dosificados, con información retaceada, la aparición de personajes sospechosos, un grupo de cazadores desalmados, la perversión y la bondad en cuotas justas para mantener en vilo al espectador, con sorpresas y vueltas de tuerca. Bien dirigida, con gran nivel de fotografía, buenos efectos y convincentes actuaciones.
La protagonista, la joven Bel Powley, secundada por Brad Dourif, Collin Kelly-Sordelet y especialmente por la siempre bella Liv Tyler, una de las productoras de la película. Entretiene, desconcierta, esta muy bien hecha y es un lujo para los buscadores de un terror que lo tiene, pero no la define totalmente.