Muchas veces la unión de actores y realizadores exitosos por otros trabajos no garantiza llegar a buen puerto. El protagonista Taron Egerton tan eficaz en “Kingsman”, aquí reunido con Jamie Foxx y Jamie Dornam (si el de las “50 sombras) no se encuentra cómodo ni gracioso. El debut en largometraje de Otto Bathurst que se hizo famoso por el primer capítulo de “Black Mirror” y la primera temporada de “Peaky Blinders”, tampoco garantizó nada. Es que tomar la historia de Robin Hood pero para millenials, siguiendo el modelo de Guy Ritchie con el Rey Arturo, es decir, vestuarios modernos, armas adaptadas a estos tiempos, nada de humor, mucha cámara lenta, villanos horribles y buenazos increíbles, no dio resultado. Primero los guionistas Ben Chandler y David James Kelly emparentaron al famoso ladrón que le sacaba a los ricos para darle a los pobres, con las cruzadas, un compañero árabe, una Nottingham parecido a una ciudad con una mina de carbón industrializada sin ningún resultado ventajoso a la vista. Ropa costosa y modernosa, pocos matices, y a pesar del montaje y los efectos especiales sin grandes novedades en un historia muy usada. Como si se tratara de un rápido y furioso videojuego sin demasiada gracia.