Un triángulo amoroso inusual en un momento histórico y un lugar poco frecuentado. Se trata de la ciudad de Hamburgo, que antes de caer el nazismo, fue sometida a un devastador bombardeo de cinco días de las fuerzas aliadas (la suma de todas las bombas arrojadas por los alemanes sobre Londres en toda la guerra) el resultado fueron más de 100 mil víctimas, una destrucción de 2.500 hectáreas y millones de alemanes sin hogar y sin comida. En ese escenario, llega la ciudad la protagonista Rachel Morgan, con la pesada carga de haber perdido a su hijo en un bombardeo alemán y haber tenido que soportar ese dolor prácticamente en soledad. Su marido, un militar de alto rango, ocupaba todo su tiempo en la guerra. Y ahora debe centrarse en la reconstrucción de Hamburgo, nada menos. Contra el sentimiento de los demás ingleses, él cree en una reconciliación, aun bajo los ataques terroristas de los resabios nazis. El matrimonio distante se instala en una bella mansión ocupada por un arquitecto y su hija, que convivirán por permiso del militar. Este hombre padece el dolor de haber perdido a su esposa en uno de los bombardeos aliados. En esa situación el melodrama muestra como esos seres lastimados, solitarios, desamparados se ven envueltos en una pasión inexplicable, abrupta pero entendible. Una manera de aislarse de sus prejuicios, de una realidad dolorosa, de un desconsuelo infinito. Keira Knightly siempre talentosa y bella le da intensidad a su personaje, pero es Jason Clarke el que sobresale con exacta actuación de hombre rodeado de pesares, bienintencionado en un mundo destrozado. Alexander Skarsgärd convincente y seductor en ese personaje reflexivo, gentil y educado. Una historia de amor con la recreación de lo clásico, como en “las películas de antes”. Con impecable reconstrucción de época y un interesante punto de vista que le escapa a los estereotipos de vencedores y vencidos. (G.M)