La tercera de la saga de la muñeca maldita, que integra toda la franquicia de ”El conjuro”, una fuente inagotable de productos, según su productor James Wang, que ya planea una película con todos los personajes de su particular universo al estilo de “Los vengadores”. En este caso, la primera de Annabelle nos contó el rito sangriento de una chica (Mataba a sus padres y se suicidaba mientras sostenía a la muñeca) en la segunda, precuela de la primera, ya estaba poseída cuando un fabricantes de muñecas invitaron al espíritu de su hija muerta a meterse dentro del juguete, pero introducen un demonio que hace de las suyas. Este film funciona como secuela de la primera del 2014. Aquí los Warren llevan a la muñeca a su casa, y con rituales católicos la encierran en una caja de cristal bendecida, en su famoso cuarto de artefactos. Se van, dejan a su hijita, con una baby sitter, pero se le suma otra adolescente. Esta última que perdió a su padre en un accidente, hace lo prohibido. Entra al cuarto, libera a Annabelle y desata a los demonios. Toda la primera parte de la película funciona muy bien, con el argumento de Gary Dauberman (escribió las dos anteriores) que aquí también debuta como director, prometedor y terrorífico. Pero el aquelarre prometido es más una colección de efectos conocidos, donde las adolescentes, el pretendiente de una de ellas y especialmente la hijita de los Warren se las arreglan como pueden, pero con una baja en la calidad y en la resolución. El personaje más interesante, Mackenna Grace, es Judy Warren, con los mismos poderes de su madre, que aquí se luce y dará sin dudas una puerta de continuación en la saga. Vera Farmiga y Patrick Wilson tiene poca participación al principio y al final. La segunda parte del film a pesar de los efectos y demonios es la más floja. De las tres de la muñeca diabólica, es la que se desinfla en el transcurso, pero dentro del panorama de terror siempre es una nota más alta.