Una película especial por varios motivos. La idea surge de una charla entre la protagonista y la directora Inés de Oliveira Cezar, que toma el drama de la adicción pero desde el punto de vista de una madre que sufre y no puede resolver los problemas que aquejan a su hijo. Poco se sabe en el film de cómo se llegó a esa situación. El guión de la directora y Saula Benavente (también productora) solo toma un tiempo breve. El de una filmación donde la protagonista actriz vive pendiente en su vida real de las andanzas de su hijo. Ese hijo que necesita ayuda y huye. Que golpea su puerta y ella recibe o rechaza. Que no sabe cómo manejar. Un habitante del infierno de las drogas que solo pide ayuda para consumir más, degradarse, escapar, volver. Y en paralelo, en primer plano esa mujer que lo busca, lo repele, lo acoge, intenta sin límites de degradación alguna solución, sola, sin la ayuda de su ex, padre del chico. Realista y cautivante, con un conocimiento del tema que se muestra a cada paso, el film indaga y tiene un rostro para que sintamos cada capa de angustia y cansancio, cada matiz de tierra arrasada de una protagonista excepcional, Mónica Galán. A su memoria está dedicado este film