Un notable y sorprendente film que se acerca con originalidad a la experiencia de alguien que aterriza en Paris a radicarse. El protagonista que apenas llega a un elegante departamento descubre que le robaron su mochila y queda literalmente desmayado y desnudo por el frio y la conmoción y literalmente nace de nuevo en brazos de sus vecinos. Ellos son, un aspirante a escritor y una música. Vestido y cobijado, huye de la comodidad y recorre Paris con los ojos bajos para no deslumbrarse con la belleza turística, repitiendo las palabras aprendidas y sus sinonimos para enriquecer el dominio del nuevo idioma, obsesivamente. Pero el director Nadav Lapid y su intenso protagonista, Tom Mercier (un estudiante de teatro israelí que el descubrió) nos sumergen en una experiencia vertiginosa y única, con humor y tragedia, con desesperación e intensa locura. El protagonista es un hombre que huye de su Israel natal, de sus experiencias en el ejército, que desea refundarse compulsivamente integrando en una sociedad de cultura y libertad. Solo va a descubrir que los demonios personales no lo abandonan y que en un curso para obtener su ciudadanía termina recitando los versos patrióticos y violentos del himno francés. La película premiada en el último Festival de Berlín tiene una creatividad y un pulso de sorpresa, de estallido, de remanso y agitación manejada a la perfección, con una claridad de conceptos y calidad que sorprenden y la transforman en única. No se la pierda.
SINÓNIMOS: UN ISRAELÍ EN PARÍS
Etiquetas: