El titulo de la película ya determina quien está en el medio de la acción, la fabulosa Isabelle Huppert, que encarna a una actriz que, muy pronto se revela, está enferma, que quizás no celebre otro año, y que por eso reúne en un lugar soñado, Sintra, en Portugal, a su familia, ex esposo, amiga, hijos, para un último verano donde intenta diseñar un futuro para sus seres queridos. Junto a la magnética francesa, su personaje es una intérprete famosa que hace gala de un humor seco, una determinación, una aceptación del destino, pero también una vulnerabilidad absolutamente conmovedora que impregna todo el film. No hay golpes bajos, pero si una infinita tristeza tiñe tanta belleza, tanta sensibilidad en un elenco magnífico. Los cinéfilos descubrirán rastros de Rohmer, de Kiarostami. Lo mejor del Ira Sach, que no llega al nivel de otras de sus películas (“Love is strange” o “Siempre amigos”) es que en el guión que escribió con su habitual co-equiper Mauricio Zacharías, es que no hay grandes discursos, sino mínimos comentarios para adivinar la intención de la protagonista y ver cómo reaccionan los que saben que se quedaran sin ella. Hay momentos de lucimiento para otro talentoso como Brendan Gleeson y otra grande, Marisa Tomei. La labor de el fotógrafo Rui Pocas (Zama) es eximia y resalta no solo el lugar sino a cada uno de los personajes en su mundo de dolores y resignación, marcados por el carácter de la protagonista, conscientes de un futuro marcado por la pérdida. Un film para disfrutar.