Un livianito film francés que vale especialmente por sus intérpretes. Una historia de adultos cercanos a la jubilación que alguna vez fueron soñadores que intentaban cambiar la sociedad. El presente los muestra, a uno como un hippie pasado de años pero voluntarioso que tiene como amante a la esposa de su mejor amigo. Ella bella y empeñosa vive sometida por el mal humor de su marido, amargado, aferrado a los objetos, que le impide una buena relación con su hija y con su nieto, o sentirse joven como es su percepción. Comienza con un toque de comedia, que habla de sueños perdidos y engaños. Luego el film se complica entre la mujer que abandona al esposo, sigue a su amante y luego fluctúa entre los dos. Más un golpe bajo que pone las cosas en otra perspectiva. En suma un “divertimento” que busca poner el acento en vidas francesas donde las jubilaciones no alcanzan, los sueños de juventud quedan truncos, pero todavía hay vestigios de algunos temperamentos que no cambian. Para el director José Alcalá queda como mejor mérito haber convocado a la maravillosa Catherine Frot, al siempre dúctil Daniel Auteuil y a Bernard Le Coq. Con ellos en juego el film entretiene livianamente.