Un film que invita a la entrega sensorial y a la atracción hipnótica del mar que nos muestra, en su opera prima, la directora alemana Helena Wittmann. Un título que se podría traducir como “ir a la deriva, o un “dejarse llevar”. Porque lo poco que sabrá el espectador sobre el encuentro de dos mujeres, que van a separarse, son unas charlas triviales o un asomo de clave sobre leyendas de monstruos esenciales y orígenes del mundo. Luego la cámara se enfoca en el mar, en atardeceres y amaneceres, en calma y movimiento, un espacio tan inabarcable como la soledad, las preguntas esenciales sobre la existencia misma, la imposibilidad de cambiar nada y la entrega a ese dejarse llevar sobre una embarcación o un destino. El mar como representación de lo primigenio y fuente de vida. En esas imágenes que ocupan el centro del film el que observa también siente la fascinación de la belleza de esas imágenes y la fuerza hipnótica que invita a esa “deriva” que nos intriga, nos inquieta y quedará como la foto del final, en una ventana, como un símbolo. Con Theresa George y Josefina Gill.
DISPONIBLE EN PUENTES DE CINE