La vuelta al cine del clásico videojuego, no está a la altura de las circunstancias, ya que plagada de estereotipos y lugares comunes, desaprovecha un arranque potente para caer en una espiral de violencia innecesaria en la representación de dos bandos que desean, unos, controlar el mundo, otros, salvarlos.
Ya en 1995 la apuesta cinematográfica intentaba capitalizar los fanáticos y players del juego pero en esta oportunidad nunca se logra cristalizar su esencia, replicando al hartazgo una fórmula que no puede evitar, por ejemplo, en la transposición de Kano reflejar lo más revulsivo de la sociedad patriarcal, misoginia, homofobia, violencia innecesaria, y mucho más.
Película infantil, que con la excusa de entretener, olvida una función clave del cine, la creadora, en el afán de conseguir una nueva franquicia para llenar salas en plena pandemia, se termina por constituir un continuo de la idea del “corre por tu vida”, para motorizar la progresión dramática, la que, ni siquiera en sus contiendas, refleja el espíritu del juego seguido por generaciones. (#) (Rolando Gallego)