Desde el comienzo el protagonista y también autor y director, el notable Martin Shanly avisa que va a contar el peor día de su vida, que transcurre en marzo del 2012, con covid y aislamiento mediante. Pero el está en la boda de su ex mejor amiga, tiene un accidente entre la ceremonia religiosa y el festejo, y tiene, por sobre todo, una vida sin resolver que nos la mostrará a través de logrados flashbacks. Un hombre desamparado al que todos le huyen, que casi no trabaja y arrastra frustraciones y situaciones no resueltas, igual que otros, pero con una dimensión trágica angustiante: la muerte de su hermano, la relación extraña con su amigo trans , la perdida de relaciones, el odio de su hermana menor, la relación con su ex pareja que le duele como si viviera un presente desgarrado continuo. Un hombre sin lugar, mostrado con delirio y toques de humor, pero con una melancolía infinita. Arturo recibe consejos (“tenes que crecer”) y pastillas de su psiquiatra. Lo arrastran los acontecimientos y se deja llevar por otros. Pero durante el aislamiento de la pandemia asegura “creo que estoy pudiendo” y deja la puerta abierta para deshacerse de tanto dolor.